Plataformas

¿Alguna vez habéis jugado a un juego de plataformas? Es uno de mis géneros favoritos, me encanta sortear obstáculos y hacer piruetas con el personaje que manejas. A veces esto se plasma en nuestra vida cotidiana, con tantas cosas con las que lidiar, con tantos impedimentos que evitar. Cuando menos te lo esperas, salen enemigos de los que hay que huir o a los que hay que eliminar. Y al final del camino nos encontramos al jefe final, al que hay que vencer. A unas escasas dos semanas del comienzo de las oposiciones, esto cada vez se asemeja más a un juego de plataformas. Me levanto, intento evitar a la perra mientras desayuno. Evitar a mi madre se me hace más pesado, quiere que descanse pero no es ahora el momento de descansar. Las clases, eso sí que es un juego de piruetas donde tengo que hacer uso de mis dotes para torear a las alumnas. Entrar, salir, correr, saltar, sentarse, levantarse...y el enemigo final se acerca: el temido examen escrito. Ya queda muy poco, intento animarme y desde aquí animo a todos y todas las que se van a presentar. 

Formas y colores

Si hay un color con el que me identifico, ha de ser oscuro. Ha de provenir de la inmundicia. Si hay un cielo sobre mí, quiero que oscurezca. Anhelo la eterna noche y cobijarme en las sombras. Si he de identificarme con una forma, eligiría algo de líneas suaves y sinuosas. Dos líneas curvas y encontrar la felicidad en estas curvaturas. Si he de caer al vacío, quiero que el fondo sea más oscuro que los rincones del mismo Infierno. Mirar mi piel y verla quemada. Mirar hacia adelante y ver lo mismo que ví cuando miré atrás. Fundirlo todo en una masa ennegrecida y seguir amasándola en mis manos, sólo con mis dos manos. Luces, ruidos...todo fuera de esta existencia. Sólo esa masa y yo intentando darle forma. Negro, curvas, vértices, infinidad.