Cruzando aquel umbral entre el biel y el mal
seguí avanzando por una senda sin igual
buscando un hombro en el que llorar,
buscando amigos a los que amar.
Tal vez suene extraño, pero hubo un tiempo en que yo tenía sueños por cumplir. Y casi podía tocarlos. Casi podía sentirlos palpitando en mis manos.
Ahora ya no hay sueños que cumplir, ahora todo es un yermo campo apocalíptico consumido por aquellos sueños imposibles. Ahora ya no queda nada de la niñez, de la inocencia. de los juguetes nuevos y de las ganas de comenzar un nuevo día.
Pero a pesar de todo, sigue habiendo esperanza.
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La esperanza es la primera semilla para repoblar el campo. Nosotros compramos la semilla, pero la lluvia que la hace florecer ya no depende de nosotros totalmente. Así que lo importante es tener un saquito de semillas e ir plantando de vez en cuando :)
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